¡Por fin sábado 11 de octubre! Qué ganas teníamos todas de que llegara. Son las 8,45 y empiezan a llegar al cole caras de sueño, de energía y de expectación de las más pequeñas por saber qué será realmente esto de misiones. Después de una bienvenida pasamos un rato en la capilla en el que ponemos en manos de Dios nuestro día de misión, y le pedimos a la Virgen ser sus manos visibles en la Tierra. Nos dividimos por equipos y ya sí que sí tenemos nuestra misión concreta: llevar la alegría de Dios a una residencia de ancianos, a un centro con niños con síndrome de Down, a un centro de mujeres discapacitadas…

Llegamos a Ávila y no sólo no llovía sino que ¡hacía un día espectacular! Nos distribuimos por los sitios de misión, y más tarde nos reunimos en el centro de Ávila para comer todas juntas. De pronto, ese solazo de por la mañana parece haber desparecido y ya no es tan buena idea comer al aire libre, pero en cuestión de 10 minutos unas monjitas nos abren las puertas de su convento. Allí comemos y tenemos la reunión, una reunión especial que hablaba de que REALMENTE ES POSIBLE SER SANTO. San Francisco Javier, patrono de la Congre y de las misiones, es un claro ejemplo a seguir.

No nacemos santos, sino que debemos ser barro y dejarnos moldear a manos del mejor alfarero. Recalcamos la importancia de ponernos metas grandes que nos permitan seguir EL CAMINO hacia la santidad y ponernos objetivos concretos que nos ayuden a seguir ese camino. Después de la reunión, viene la asamblea, una asamblea en la que todos los grupos comentamos un poco lo mismo. Luego nos despedimos de las monjitas y de vuelta a los buses para llegar al cole a la hora prevista. Una horita de conversación y canción que todas disfrutamos mucho. Llegamos a “casa”, himno misionero, foto de grupo y ¡misión cumplida! Ahora a rezar por los frutos y a esperar con aún más ganas la de noviembre.

Paula Martín Borregón, brazalete azul
