Llegando ya a la recta final del curso y con la actividad más importante a la vuelta de la esquina, las montañeras pequeñas salimos el pasado viernes 17 de abril desde el Colegio en autobuses con dirección a El Atazar hacia la que iba a ser, seguro, una acampada increíble ambientada en explorar. Costó poco dejar atrás Madrid, soltar el saco y la esterilla y estar todos juntos delante de nuestras banderas para arriar. A los pies de la Virgen empezábamos la acampada de montañeros 2015.
Después de cenar nos organizamos para el juego que nos habían preparado, divididas en centinelas y guardias corrimos por la montaña para descifrar el acertijo que las jefas habían escondido. Ya cansadas, después del juego, nos fuimos a dormir para coger fuerzas, que al día siguiente nos esperaba la montaña, y en su cima María.
El sábado madrugamos, un poco de gimnasia para despertarnos, y no tardamos en estar todos juntos al pie de las banderas para izarlas y empezar así el día a los pies de nuestra Virgen Mater Salvatoris. En seguida desayunamos y tuvimos la mochila lista para empezar a andar por patrullas. La lluvia nos abrió el camino, pero tardó poco en irse. En fila de una llegamos a la presa y de ahí al pueblo con una misión, ir pensando en la velada de esa noche; cuerdas, mantas, lupas, calcetines… TODO podía ser de utilidad para un buen explorador en cuanto las patrullas empezaban a cantar. Mientras lo hacían empezaron a aparecer las cuestas, sin pararnos, unas detrás de otras y siguiendo a nuestra guía subimos todas hasta el pueblo, próxima parada: la cima.
No pudimos llegar al pico previsto, pero aún así cantamos nuestro himno e hicimos el silencio de cumbres. Después de comer tuvimos reunión por patrullas sobre el espíritu montañero, el siguiente galón que nos tocaba explorar. Aprendimos a ver la montaña como una escuela de vida y a entender que somos montañeras en nuestro día a día viviendo cada dificultad como otra pequeña cuesta para llegar a la cima.
Después de un merecido descanso empezamos la bajada rezando el rosario a la Virgen y cantando. Otra vez nos encontramos con alguna cuesta que supimos subir tirando unas de otras y ofreciéndolas, cantando y siempre con la mirada en lo más alto. La vuelta se hizo corta y al llegar al refugio nos duchamos y cada patrulla pudo acabar de preparar su velada antes de celebrar todos juntos la Misa al aire libre con las montañas de fondo. La lluvia nos sorprendió en medio de la misa y no pudimos arriar ese día, así que cenamos y nos preparamos para la velada de esa noche.
Cada patrulla representó su rima, obra de teatro o canción, y hasta las jefas hicieron su propia representación de lo que es un buen explorador y de sus virtudes. Ya al final del día y para acabar todas juntas hicimos el examen de conciencia antes de irnos a dormir para poder aprovechar al máximo nuestro último día.
El domingo nos levantamos, un poco de gimnasia para despertarnos, y en seguida estuvimos formando por patrullas al pie de las banderas todos para verlas izarse. Al terminar el desayuno tuvimos la suerte de poder disfrutar de un rato de oración en la capilla con el Santísimo expuesto. Después de empezar la mañana de la mejor manera posible, las montañeras pequeñas tuvimos el GRAN JUEGO. Por patrullas exploramos todos los rincones del mundo siguiendo unas huellas que nos llevaron al centro de la tierra, a construir un barco en el Océano Pacífico, a descifrar jeroglíficos… Y que resultaron ser, ¡las huellas de la Virgen!
Acabamos la mañana participando en la Misa todos juntos.
Después de comer y dejar preparadas las maletas rezamos el rosario y tuvimos la reunión por patrullas en la que hablamos sobre el galón de espititualidad. Ya para acabar y antes de subirnos al autobús todos juntos tuvimos la entrega de insignias, galones y pañoletas. Se entregaron pañoletas rojas y azules a los nuevos subjefes del grupo, que a los pies de la Virgen y de nuestras banderas leyeron su fórmula. Cantamos el himno y arriamos las banderas para cerrar la acampada que una vez más habíamos hecho de la mano de la Virgen que siempre nos cuida.
Recogimos las maletas, y aunque nos costó mucho, “ordenadamente”, las metimos en los autobuses para poner rumbo de vuelta a Madrid con ganas de poner en práctica el MÁS, MÁS Y MÁS en esta recta final del curso.