Evangelización noviembre

Con ánimos reforzados nos congregamos los miembros de Caridad y Misión. Tenemos muchas esperanzas en este nuevo curso y en ser instrumento para llevar a Jesús a los vecinos de aquella zona.

Como es habitual iniciamos la actividad con el rezo particular del rosario de camino a la parroquia. A continuación celebramos la Eucaristía con el Padre Paco y junto con algunos parroquianos que nos ayudan con la organización y nos transmiten mucho entusiasmo.

Inmediatamente después, preparamos todo el dispositivo para nuestra misión. Iluminamos la capilla con velas y colocamos junto al altar las imágenes de Nuestra Señora y de San Francisco Javier. Es una gran misión y por ello la preparación ha de ser también importante. Por ello, buscamos primero encontrarnos nosotros con el Señor y el padre expone al Santísimo en el altar. Y así permanecerá durante toda la misión, con las puertas abiertas para todos. Una vez con el espíritu preparado para la tarea evangelizadora.

Cuando la capilla ha cambiado de tono y nuestro corazón y espíritu están bien dispuestos, nos colocamos por parejas, porque Jesús también envió a sus apóstoles de dos en dos, y de rodillas ante la Custodia, rezamos la oración de envío y vamos saliendo hacia la misión.

El coro con Iro y Navalpotro a la cabeza, entre otros, acompañan en la adoración. Mientras, las parejas salen, no a encontrarse con la gente, sino a que la gente se encuentre con Jesús. Nos acompañan, en la tarea algunos novatos, como Jaime, y los puntos que les ponemos de manifiesto, y que han de guiarnos en la evangelización, son, fundamentalmente, el mantener una actitud de oración y recogimiento, y sentirse instrumentos. No tener miedo del qué dirán ni dudar de la intervención del Espíritu Santo, a través de nosotros, para llegar a todas aquellas almas que nos encontramos.

La evangelización se realiza aproximándose a todas aquellas personas que se cruzan con nosotros para hablarles de Jesús, y decirles que les está esperando (milagros, se podría decir, que han hecho estas simples palabras). Es habitual también que mientras uno habla el otro miembro de la pareja rece en silencio por aquella persona que se ha parado a escucharnos. ¡Y también por los que no se paran! Si se muestra abierta, se le acompaña a la parroquia y se produce el encuentro con Jesús, cara a cara. Es muy importante, y lo comentábamos el viernes pasado, que no nos vengamos abajo porque nuestro contador de las visitas que hayamos conseguido esté a cero. Porque las palabras que les hemos contado de Jesús quedan en ellos y no son en vano.

Se hace tarde, llega la hora de recoger, y juntos de nuevo, y presentando al Señor todas nuestras intenciones, especialmente las nuevas que hemos experimentado tras la misión, el padre reserva al Santísimo.

Es interesante pararse a pensar en este instante cómo he llegado a la evangelización y cómo salgo de ella. Y sobre todo, darse cuenta que, mutatis mutandi, nuestra vida diaria debe girar en torno a lo que significa esta misión.

Lc 12,8: “Al que me confiese delante los hombres, el Hijo del hombre lo confesará delante de los ángeles de Dios”.

AMDG.