“¡QUÉDATE CON NOSOTROS!”
Después de todo el trabajo y todos los preparativos, por fin llego el 23 de abril. Llegamos a la Parroquia de Santa Josefa del Corazón de Jesús a las nueve y media, dispuestos a entregarnos sin reservas y a disfrutar del día que nos esperaba. El día empezó con una visita al Sagrario y con el ofrecimiento de obras. En seguida nos pusimos en marcha. Las casetas y las carpas ya estaban montadas, así que, entre todos, preparamos los juegos, dejamos toda la comida y bebida lista, organizamos mesas y sillas para la barbacoa y decoramos la parroquia para que no faltase el ambiente de feria.
A las once y media, después de que los costaleros de la Hermandad trajesen a la Virgen de la Estrella, comenzó la Santa Misa. ¡Cómo se nota que Jesús ha resucitado! La parroquia desbordaba alegría. Estaba llena de niños, todos sentados en el altar para vivir más de cerca misterio de la misa. Durante la celebración, el Padre Paco nos habló de la alegría de la Resurrección y que ese era el motivo por que organizábamos esta fiesta.
En cuanto terminó, empezó la feria. Todos los niños estaban encantados, se recorrían cada caseta para jugar a todos los juegos y ganar puntos para conseguir los premios. Jugaron a los bolos, pescaron peces, pusieron la cola al burro, encestaron los aros en la rana, marcaron goles en el futbolín, se cayeron jugando al twister gigante, dispararon poniendo a prueba su puntería, se rieron cuando les explotó la patata caliente y saltaron hasta quedarse sin aliento en el castillo hinchable. Mientras tanto, los adultos disfrutaron de un aperitivo y del buen tiempo sentados en la zona de cafetería que habíamos preparado.
A las dos empezó la barbacoa y nuestros chefs nos sorprendieron con unos riquísimos perritos calientes y hamburguesas y, de postre, coulant de chocolate. A continuación, tuvo lugar la entrega de premios para los niños. Hubo muchos ganadores pero lo más importante, todos habían disfrutado al máximo.
Para cerrar la fiesta, rezamos el Rosario y le dedicamos a la Virgen ese rato del día como agradecimiento por tanto bien recibido. Entre todos escribimos nuestras intenciones en un papel que depositamos en el Buzón de la Virgen y ofrecimos los Misterios por ellas. Cuando terminamos, quemamos los papelitos para que el humo subiese directamente al Cielo y, con él, todas nuestras peticiones. Como broche final, llegó el esperado momento de la piñata que puso fin a este tan buen día de feria.
¡Qué alegría de día! Esa alegría que brota de la entrega y el amor a Cristo. Como la alegría de los dos de Emaús cuando reconocieron a Jesús después de Resurrección. Por eso, al acabar el día nosotros, al igual que hicieron ellos, solo podíamos decirle una vez más: “¡QUÉDATE CON NOSOTROS!”
Tete Roche