El pasado sábado 25 de febrero el grupo de montañeras mayores tuvimos la oportunidad de coronar El Monte Abantos. 
Fue una experiencia muy bonita y única. Comenzamos la excursión realizando el ofrecimiento de obras, y a continuación tuvimos un ratito de silencio para que verdaderamente nos pudiéramos poner en la presencia de Dios.
A lo largo de todo el camino la niebla estuvo presente entre nosotras, ¡no se veía nada! Pero eso no nos frenó, porque nosotras teníamos claro que queríamos llegar a la cima y ver la cruz que se encuentra arriba de esta montaña. 
Este deseo que teníamos, siguió en pie en todo  momento y ni la lluvia ni la nieve, pudieron evitar que las montañeras llegaran a la cima pisando fuerte y dejando huella. 
Durante la subida hicimos una parada en la que pudimos tomar algo. Tras esa parada, ya estábamos listas para seguir subiendo. Además, durante la última parte fuimos siguiendo un zig zag ya que la montaña era muy empinada y estaba llena de nieve.
Finalmente, llegamos a la cima donde cantamos el himno, y bajamos porque entre la nieve, la lluvia y la niebla, hacía mucho frío para quedarnos a comer ahí, por eso bajamos un poco para poder comer. Durante toda la comida estábamos todas congeladas pero la mayoría llevábamos caldo caliente que nos ayudó bastante. Rápidamente acabamos de comer,  y empezamos a bajar la montaña ya.
Durante la excursión no pudimos hacer el silencio de cumbres por el frío y la niebla, pero todas a medida que íbamos subiendo y luego bajando nos dábamos cuenta de el gran milagro de la Creación y de todo lo que el Señor ha hecho por nosotros. 
Una vez abajo nos subimos al autobús, que nos estaba esperando y nos fuimos de vuelta al cole. Cuando llegamos, las mayores tuvimos la RxP en la que hablamos sobre los galones de espíritu montañero, delicadeza y caballerosidad. Por último, celebramos todo el grupo de montañeros juntos la Santa Misa, ¡éramos muchísimos! Y fue la mejor forma de acabar este gran día que habíamos pasado.
Sofía García de la Noceda
