ANTE ANÁS
Y el sumo sacerdote preguntó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. Jesús le respondió: Yo públicamente he hablado al mundo; siempre he enseñado en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y nada he hablado en oculto. ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que han oído, qué les haya yo hablado; he aquí, ellos saben lo que yo he dicho. Cuando Jesús hubo dicho esto, uno de los alguaciles, que estaba allí, le dio una bofetada, diciendo: ¿Así respondes al sumo sacerdote? Jesús le respondió: Si he hablado mal, testifica en qué está el mal; y si bien, ¿por qué me golpeas? Anás entonces le envió atado a Caifás, el sumo sacerdote. (Jn18,19-24)
Anás es uno de los grandes personajes de la Pasión, había sido sumo sacerdote desde el año 6 al 15. Depuesto por el procurador Valerio Grato, había colocado uno tras otro a sus 5 hijos y cuando se les pasó el turno casó a su hija con Caifás (el sumo sacerdocio era una institución que los romanos subastaban y era un gran negocio en que se ganaba muchísimo dinero, a través de los impuestos y las tasas). Era conocido por su avaricia, riqueza y poder. Tenía sin embargo un gran prestigio, como si aún siguiera siendo sumo sacerdote. Fue quien animó la lucha contra Jesús, y no es de extrañar, por eso que fuera él el primero en interrogarle.
Anás se nos presenta como un varón prudente e impenetrable, con una aureola de prestigio y poder por encima del bien y del mal. Ambicioso. Sin embargo su corazón está lleno de ambición, altanería, cinismo y soberbia. Vive en su mundo como un juez que está por encima de todo, sin escrúpulo alguno. Le subyuga el ansia de poder y prestigio.
COMPOSICIÓN DE LUGAR
La escena es grandiosa, Anás en un estrado alto, Jesús debajo, lleno de majestad, rodeado por sayones y guardias.
PETICIÓN
¡Señor, que sepa unirme a tu Pasión, a tus sufrimientos! Los mismos sentimientos de Cristo Jesús (Fp 2,5)
*Anás, éste es el gran personaje, ante Cristo. La mentira, la astucia y la vanidad frente a la Verdad, la Humildad y la pobreza de Cristo. Y Jesús, a pesar de todo, busca tocar su corazón, responderá lo que le pregunte Anás. ¡Ojalá Señor no me deje llevar por la soberbia y la vanidad!
** Anás desplegará su astucia interrogándole. Al preguntarle por sus discípulos y por su doctrina, Anás muestra su inteligencia. Quería saber si Jesús es o no un revolucionario y cuanta gente le siga. Hay un cierto miedo a un levantamiento contra el satus establecido. Anás está en su interés. Sin embargo Cristo, y esto es lo impresionante, responde diciendo: “Yo públicamente he hablado al mundo; siempre he enseñado en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y nada he hablado en oculto…”. Cristo manifiesta su actividad esencial que es traer al mundo su palabra de revelación y lo ha hecho en la sinagoga y en el Templo. Es decir, se manifiesta como Dios. La bofetada, del servidor, en el centro del relato, representa la actitud de rechazo brutal del judaísmo y del mundo ante esta enseñanza. Atención, ¿dónde me sitúo yo?
***Y Jesús sorprende al mundo, representado en ese sayón y al sumo sacerdote con su respuesta. Anás, está tan poseído de sí, se cree tan inteligente y lo malo es que lo es… no puede aceptar la divinidad de Cristo. Sí se da cuenta que con el Señor no pueden y se lo quita de en medio mandándole a casa de Caifás. El dolor de Cristo ante este rechazo. ¡Señor, enséñame a no dejarme fascinar por la vanidad y el prestigio! ¡Hazme descubrir que el camino de la humildad pasa por el desprecio y la burla del mundo! ¡Dame fuerza Señor!
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