¡Comenzamos nuevo curso!
Una vez más, hemos tenido el gusto de juntarnos la Congre entera, con motivo del nuevo curso. Pasamos un día genial en la granja de San Ildefonso.
Comenzamos la jornada (que estuvo completita) con Misa en la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, celebrada por el -ahora antiguo capellán- P. Paco, junto al P. Luis de Prada, congregante mariano y que tenemos la suerte de que sea nuestro nuevo capellán. Luego la foto oficial del día, seguida de un muy emotivo momento para todos: la madre Clara y la vicepresidenta, Marta Menéndez, en representación de toda la Congre y como regalo en agradecimiento a todos estos años dedicados, entregaron al P. Paco nuestra medalla de la Virgen Mater ¡Y casi logramos que se emocionara!
Y ahora, con el corazón lleno y preparado para aprovechar el día, seguimos con nuestra jornada.
Nos separamos en 3 grupos, liderados por los valientes que asumieron la tarea de estudiar un poco la historia y aspectos importantes de los jardines que visitamos, y que también nos guiaron a través de ellos. Destacando la riqueza de nuestra Congre, podíamos distinguir entre estos grupos a las familias, estudiantes y profesionales. Este último, bastante movidito, resolvió hacer un concurso de fotos, dejándoselo todo por lograr la mejor. Así conseguimos al primer herido del día, resultado de una carrera en “caballito” alrededor de una de las fuentes del jardín. Pero nada muy grave, solo una rodilla hinchada y la foto ganadora, la del momento de la caída en slow motion, aunque seguramente no era la que buscaban.
Al terminar de conocer los jardines nos volvemos a juntar para comer todos en el «bosque». Resaltan en este momento la sabiduría y experiencia de los mayores, con sus sillas plegables y mantitas en el suelo, comida casera, cavas con hielo, y vasos y platos desechables. Esto lo cuenta quien formaba parte del grupo de al lado, donde gritaban por las ramas que les pinchaban, la resina que se pegaba a los pantalones y las arañas que “atacaban” a los más sensibles. Pero incluso a estos se les olvidaba que estábamos en la selva cuando pasaba la pequeña María a compartir sus aceitunas, fuet cortadito, y barquillitas con chocolate.
¡Qué viva la Congre y su diversidad!              
Estando ya todos comidos y descansados, continuamos con el rosario y luego pasamos a los juegos, que estoy segura que fue la parte favorita de muchos. Un rango entre los 5 y los… más de 30 años, conformaba el círculo que al fin logramos hacer luego de muchos intentos. El resto de la historia: gritos y saltos durante al menos una hora, entre un juego y otro, aunque creo que lo menos relevante era cuál jugábamos.
Y así acabamos el día, cuando los más tramposos al fin asumieron que habían perdido, con las piernas cansadas pero el corazón contento. Con ganas de comenzar este nuevo año, con nuevos integrantes y de la mano de la Virgen, para dar más y darlo mejor. Agradeciendo, sobre todo, poder contar con el apoyo y la compañía de esta gran familia. Esto lo escribe una extranjera quien dejó una y llegó a otra, o mejor dicho, a la misma.
Andrea Rangel, congregante
